Levantose, Abraham de mañana y cogiendo pan y un odre de agua, lo entregó a Agar y le puso sobre sus hombros a Ismael, y despidiola. La cual, habiendo partido andaba errante por el desierto.
A los veinticinco días se presentó un hombre a la tienda diciendo:
-Buenas tardes señor Abraham, soy de la Procuraduría General de la República, de la Unidad de Defensa de la Familia y el Menor, le tengo este citatorio con la juez de familia.
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