Fue una tarde en Mayagüez, Puerto Rico, ahí por 1988 mientras pasaba una temporada en casa de Ricardo Barahona, uno de mis mejores amigos, cuando vi por primera vez el show. Me había enterado por algunos avances en la televisión por cable, a simple vista parecían fenomenales los efectos especiales, pero aún me resistía a verla.
La razón principal era la admiración que sentía por la versión original, en donde el Capitán Kirk, el señor Spock y el Dr. McCoy hacían de cada capítulo una aventura fantástica. Para finales de los años ochenta los efectos especiales de la versión original se notaban claramente desgastados y falsos, aunque ya eran motivo de culto.
Así que llegó Star Trek the next generation, es decir Viaje a las Estrellas la Siguiente Generación, a las pantallas de la isla del encanto y a pesar de la resistencia al cambio desde un inicio no pude despegarme del show. Al regresar a San Salvador, canal 2 comenzó a presentarlo en su horario estelar, del cual se mantuvo por cierto tiempo hasta que dejaron de trasmitirlo ahí por 1994. Con un atraso de 3 años en la producción canal 2 nunca pasó las últimas tres temporadas, las tuve que verlas a través del cable. (El show originalmente fue trasmitido desde 1987 hasta 1994).
Para los que han estado cerca de mí sabrán mi apego a esta narrativa fantástica. Dejando de fuera los siguientes programas de la franquicia, los cuales no los soporté (Star Trek Deep Space 9 por ejemplo), siempre caigo seducido por lo que representa Star Trek, ese futuro que nunca llegará, de lugares limpios, de hypertecnologia, un tiempo donde la pobreza es recuerdo de tiempos pasados y donde todo el mundo hace lo que gusta sin el lucro de por medio, todo ello parece ahora mucho más alejado que nunca.
Hay un ensayo del antropólogo
Conrad Phillip Kottak con relación a Star Trek, en su libro "Prime-Time Society: An anthropological Analisys of Television and Culture" indica que Star Trek es un compendio cultural de dominancia, que proclama los principios sagrados o paradigmas que validan la sociedad moderna estadounidense, ahí se puede ver el crisol de la sociedad gringa, el imperialismo (visto y encarnado en la Federación Planetaria), la división social del trabajo, la especialización, el rol de la mujer, el respeto mutuo, la idea progresista, la asimilación en vez de la conquista, la democracia ordenada y civilizadora en contraste con la otredad violenta e incomprensible (en esta caso otros seres de la galaxia).
Michael Jindra posee un peculiar ensayo de donde analiza Star Trek, desde una perspectiva religiosa, del cual no me hace mucho sentido, tomando en cuenta a los aficionados a Star Wars, los cuales la cultura popular los ubica en contradicción con los trekkies.
Me hace mucho más sentido el trabajo de Kottak, probablemente por que es antropólogo y maneja figuras simbólicas, mientras que Jindra, es sociólogo y ve las cosas más en relación social que cultural.
Estas ideas progresistas que afirma Kottak se han copiado mutuamente entre las sociedades modernas, el culto a la tecnología como la llave de la felicidad, el crisol de culturas en megalópolis como Tokio o Nueva York, pero como todo, lo moderno danza junto a lo tradicional. Logrando lo que diría Héctor García Canclini, una cultura híbrida, una mezcla entre lo nuevo y lo viejo, lo tradicional y lo moderno, entre los valores populares y los valores de élite.
Y en esto falla Star Trek, o al menos denota cierto problema, aunque en algunos capítulos habían referencias a elementos de la cultura popular del siglo XX, no aparecen por ningún lado todo aquello por lo cual este mundo sigue siendo un desastroso lugar para vivir, el teísmo enfermizo y ortodoxo, Dios como problema, la política absurda, populista y demagoga, los desastres ambientales y la capacidad colectiva de convertir todos nuestros sueños y fantasías en simples mercancías.
Pero quizás ahi esta la magia de Star Trek, sacarnos de este mundo pulga y llevarnos a explorar extraños y nuevos mundos, ver nuevas formas de vida y civilizaciones, ir a un lugar donde nadie ha llegado antes.