Por fin, luego de varios años de espera y algunos meses de "luego me voy, el otro mes...el otro mes", decidí mudarme definitivamente a New York, la gran ciudad, que se dice capital del mundo, porque en definitiva no existe en el mundo una ciudad con tanta diversidad étnica como New York.
De eso, hace un par de semanas.
New York me recibió con los calores de la temporada veraniega, que comparados a los calores de El Salvador es casi similar, quizás un poco más húmedo que San Salvador, porque hay que saber que New York está al nivel del mar, es decir, prácticamente estamos en la playa.
Eso sí, el tiempo puede estar caliente, más el agua del mar está fría, como de refrigerador. Eso es una obviedad para los new yorkers y para cualquier habitante de zonas templadas, pero mucha gente que me lee es del trópico y para nosotros la playa es sinónimo de calor, palmeras y agua fresca (no helada). Ver una playa donde carece de esos elementos y que el agua es fría puede traer algún tipo de conflicto emocional.
Hace varios años, más de una década, cuando hice mi investigación sobre salvadoreños inmigrantes en Long Island, casi todos los restaurantes colgaban el imaginario de lo que ellos consideraban representativo de El Salvador, siempre una pirámide precolombina (sea San Andrés o la B1-1 de Tazumal), El Salvador del Mundo y por supuesto que las playas.
Casi todos los restaurantes salvadoreños que visité en esa ocasión presentaban playas como parte de su imaginería, uno lo sabe, porque en el fondo si la gente tropical añora algo son las playas de aguas frescas y arena suave.
De cualquier forma el verano está por sucumbir, lo supe cuando mi madre me dijo: ya cambiaron las vitrinas de los almacenes, los colores de la ropa son café con tendencia al oscuro. Cosa que a mí me da igual, yo me visto como me visto, generalmente siguiendo un mismo patrón desde hace décadas; eso sí, cuando hace frío pues me abrigo. Pero no soy tan dado a la ortodoxia de la moda que considera el color como algo fundamental en el atuendo. Trato de combinarlo lo mejor posible, pero creo que soy un liberal en cuanto a que vestir y que aunque en NY marca siempre la línea de la moda, hay mucha gente muy particular en la ciudad que le sobra lo que la moda dicta.
Realmente hay muchos locos en New York, la verdad es que sí, hay bastantes, gente que pierde la cordura con alguna cosita y estallan en el bus o metro (subway) o que insultan al vacío porque sí, o hablan solos en las esquinas. Lo que sí aprendí en mis años de viajes por el continente, es que locos hay en todos lados y que cosas que se dicen que son muy newyorkers pasan en todos lados, por ejemplo, nunca he visto peor sitio para conducir que en Lima, o una peor contaminación que en México, donde a mí parecer es insoportable (ni imaginar China).
New York tiene un estilo muy particular, que no es para todo mundo, uno tiene que ser de cierto calibre para amar a la "gran manzana", que te puede llegar comer, que los newyorkinos son extremadamente temperamentales, que hay una manera newyorker del servicio al cliente (eso es cierto, aunque en Panamá también vi que el servicio al cliente es algo tosco) y que los newyorkers creen que son el centro del mundo, que hay -como bien publicó el semanario NewYorker hace muchos años- una tierra llamada Jersey, luego a lo lejos el resto de Estados Unidos y en el fondo China y Japón.
La ciudad es impresionante, siempre lo he dicho en mis post anteriores, se de gente que tiene décadas viviendo en Estado de New York que nunca han venido a Manhattan sino más de dos o tres veces, gente que se queda en los suburbios o pueblos cercanos, porque les da miedo, porque los enormes edificios les produce ansiedad o algún tipo de aflicción. Otros dicen "New York es muy sucia" (en realidad hoy está un poco decadente pues al parecer el alcalde actual no está gestionando bien la ciudad, eso comparado con otros tiempos y con otros alcaldes), pero así es la cuestión newyorkina, la grandeza en lo cotidiano.
New York no es una provincia, ni una ciudad pequeña, tampoco una ciudad urbana como tantas que hay, New York es el sinónimo de la metrópolí, por eso tantas películas donde es la protagonista principal y por supuesto donde casi siempre es destruída.
En mis clases de arte precolombino les decía a mis alumnos "Teotihuacán era la New York de mesoamérica antigua", bien pues, algo así es este sitio, todo conecta aquí.
Por eso para la mentalidad newyorkina fuera de aquí todo es periferia, este es el centro del mundo.
Por eso para la mentalidad newyorkina fuera de aquí todo es periferia, este es el centro del mundo.