De la sociedad
Los salvadoreños están poco o nada interesados en la ciencia en general, no significa que no gusten de la tecnología, que por ahí vemos que pueden endeudarse para comprar un nuevo celular, o colocar su último televisor LCD o Plasma, pero no tienen idea de como funcionan. La gente esta dispuesta a gozar de los frutos de la ciencia, pero no desean aceptar su metodología para describir la naturaleza. Hay que hacer una acotación a la afirmación anterior, la sociedad salvadoreña no es la única con dicha particularidad, y tampoco explica todo el panorama, en los Estados Unidos un 40% de estadounidenses prefieren creer la versión bíblica de la creación del mundo, que entender los mecanismos biológicos de la teoría evolutiva; aun así, los Estados Unidos se perfilan entre las regiones con mayor producción científica.
En todo caso, en un ambiente urbano, la gente está dispuesta a pasar su tiempo ya sea en la iglesia o centros comerciales, que entrar a un museo.
Claro!, como sí la oferta de museos fuera la mejor, y ahí esta el otro punto, la infraestructura del país no permite que sus ciudadanos se interesen realmente en la ciencia, la oferta científica es casi inexistente, vemos esfuerzos independientes y de ONG´s que van en la función de promoción y educación en ciencia, pero su número es mínimo en comparación con otras ong´s que se dedican a la construcción de casas, salud o las que incluso se disfrazan de desarrollo local para introducir una agenda política particular.
De las instituciones educativas
Pero la ciencia, como tal, no es promoción ni divulgación, la ciencia se fundamenta en científicos, los cuales investigan para producir y socializar el conocimiento. Y seamos claros, en este país la investigación científica es casi, casi, casi inexistente.
Tenemos universidades, más de las que se pueden contar con ambas manos, a pesar de ello, no somos una sociedad del conocimiento, por que las universidades se han vuelto una máquina para hacer dinero, o licenciar personas que buscan obtener un titulo que les permita acceder a un mejor trabajo de oficinista.
Las universidades en cuestión, en su amplia categoría, desde la estatal hasta las privadas con sus variopintas diferencias, investigan. Sí, aunque parezca mentira, hay una minúscula investigación en ellas, como exigencia ministerial, las universidades tienen la obligación de constituir dentro de su organización departamentos de investigación. Y dichos departamentos, poseen un sentido más de adorno que de interés, pues la universidad se considera asimismo como un centro educativo más que un centro investigativo. Y como las universidades están gobernadas de administradores y metodólogos de educación, se enfocan más al flujo monetario de la institución o a la formalidad de la enseñanza que la misma construcción del conocimiento.
Y luego dentro de la misma investigación existen vicios y malas prácticas, "hecha la ley hecha la trampa" cuando el ministerio obligó por decreto que las universidades investigaran, las instituciones comenzaron a filtrar trabajos que los estudiantes de pregrado hacían en sus labores de repaso o entendimiento como investigaciones científicas. Hay que ver, que escribir un articulo es una cuestión muy seria, presentar tareas disfrazándolas como documentos científicos es una verdadera fechoría, que incluye también aquellas práctica que van desde presentar ferias científicas (en donde gran parte del alumnado recicla algún experimento de años pasados y lo mandan a construir a un taller) hasta publicar encuestas o diagnósticos sociales sin propuestas o soluciones como investigaciones científicas.
El Ministerio de Educación solo toma en cuenta la cantidad de "investigaciones" y no la calidad de las mismas. no analizan si estas "investigaciones" reunen los criterios internacionales para ser tomadas en cuenta como produccion científica.
Los salvadoreños están poco o nada interesados en la ciencia en general, no significa que no gusten de la tecnología, que por ahí vemos que pueden endeudarse para comprar un nuevo celular, o colocar su último televisor LCD o Plasma, pero no tienen idea de como funcionan. La gente esta dispuesta a gozar de los frutos de la ciencia, pero no desean aceptar su metodología para describir la naturaleza. Hay que hacer una acotación a la afirmación anterior, la sociedad salvadoreña no es la única con dicha particularidad, y tampoco explica todo el panorama, en los Estados Unidos un 40% de estadounidenses prefieren creer la versión bíblica de la creación del mundo, que entender los mecanismos biológicos de la teoría evolutiva; aun así, los Estados Unidos se perfilan entre las regiones con mayor producción científica.
En todo caso, en un ambiente urbano, la gente está dispuesta a pasar su tiempo ya sea en la iglesia o centros comerciales, que entrar a un museo.
Claro!, como sí la oferta de museos fuera la mejor, y ahí esta el otro punto, la infraestructura del país no permite que sus ciudadanos se interesen realmente en la ciencia, la oferta científica es casi inexistente, vemos esfuerzos independientes y de ONG´s que van en la función de promoción y educación en ciencia, pero su número es mínimo en comparación con otras ong´s que se dedican a la construcción de casas, salud o las que incluso se disfrazan de desarrollo local para introducir una agenda política particular.
De las instituciones educativas
Pero la ciencia, como tal, no es promoción ni divulgación, la ciencia se fundamenta en científicos, los cuales investigan para producir y socializar el conocimiento. Y seamos claros, en este país la investigación científica es casi, casi, casi inexistente.
Tenemos universidades, más de las que se pueden contar con ambas manos, a pesar de ello, no somos una sociedad del conocimiento, por que las universidades se han vuelto una máquina para hacer dinero, o licenciar personas que buscan obtener un titulo que les permita acceder a un mejor trabajo de oficinista.
Las universidades en cuestión, en su amplia categoría, desde la estatal hasta las privadas con sus variopintas diferencias, investigan. Sí, aunque parezca mentira, hay una minúscula investigación en ellas, como exigencia ministerial, las universidades tienen la obligación de constituir dentro de su organización departamentos de investigación. Y dichos departamentos, poseen un sentido más de adorno que de interés, pues la universidad se considera asimismo como un centro educativo más que un centro investigativo. Y como las universidades están gobernadas de administradores y metodólogos de educación, se enfocan más al flujo monetario de la institución o a la formalidad de la enseñanza que la misma construcción del conocimiento.
Y luego dentro de la misma investigación existen vicios y malas prácticas, "hecha la ley hecha la trampa" cuando el ministerio obligó por decreto que las universidades investigaran, las instituciones comenzaron a filtrar trabajos que los estudiantes de pregrado hacían en sus labores de repaso o entendimiento como investigaciones científicas. Hay que ver, que escribir un articulo es una cuestión muy seria, presentar tareas disfrazándolas como documentos científicos es una verdadera fechoría, que incluye también aquellas práctica que van desde presentar ferias científicas (en donde gran parte del alumnado recicla algún experimento de años pasados y lo mandan a construir a un taller) hasta publicar encuestas o diagnósticos sociales sin propuestas o soluciones como investigaciones científicas.
El Ministerio de Educación solo toma en cuenta la cantidad de "investigaciones" y no la calidad de las mismas. no analizan si estas "investigaciones" reunen los criterios internacionales para ser tomadas en cuenta como produccion científica.
De los científicos
Y luego, existe un gran problema en generar científicos, somos incapaces de constituir una buena masa de ciudadanos que invierta su tiempo y vida en la ciencia, las escuelas parecen sitios de reclusión que hacen todo menos inculcar a los niños el amor a la ciencia y el interés hacia lo desconocido.
De la minoría de salvadoreños que llega a una universidad, entre todos ellos, la gran mayoría escoge carreras que resumen su interés por trabajar en una oficina o despacho, que en carreras científicas, por ello a nivel nacional hay 1000 estudiantes de leyes contra 1 de arqueología o 1000 estudiantes de comunicaciones contra uno de química pura, esto denota la concepción que la gente tiene en carrera de ciencia, pues prefieren carreras “de verdad” que carreras con las cuales ellos consideran que terminarán siendo profesores de colegio.
Luego tenemos la fuga cerebral, gente que con dificultades se capacita en el país, y que por fortunas de la vida consigue un grado en el extranjero –sea pagando o becados- terminan migrando; y así, los pocos que formamos se terminan fugando. Y los que regresan son marginados y enredados en dimes y diretes políticos de administradores o directores que se resisten al cambio o derribar sus propios paradigmas.
¿Qué sucede con los profesionales salvadoreños que dedican o quieren dedicarse a sus carreras a la ciencia?, algunos trabajan sus investigaciones en sus ratos libres, con empleos “de verdad” y luchan por producir.
Los que pueden y trabajan en uno de los pocos centros de investigación tienen el gran problema que sus jefes, quienes generalmente no son científicos sino administradores o educadores, no comprenden la dimensión de la ciencia, ni la metodología, y el departamento de investigación se vuelve una oficina más, con su café y su horario laboral, y su gente trabajando “en ciencia”, como si fueran contadores o planificadores de proyectos. Todo esto amen de obtener literatura especializada, el acceso a bibliotecas internacionales no es la norma en las universidades locales
Y luego en el fondo está el gran problema de actitud de lo científicos salvadoreños, se dividen en bandos, o escuelas, hay odios, envidias por doquier, luchas y chismes, se convierten en verdaderas divas, se critican entre sí. Muchos casos prefieren dedicar su tiempo a la construcción de castillos de cartón en donde alojar a sus egos, que a la producción y socialización del conocimiento.
Si colocáramos un mapamundi, en donde todos los países fueran de cierto tamaño de acuerdo al número de publicaciones en física, biología, química, matemática, medicina clínica, investigación biomédica, ingeniería, tecnología, ciencias del espacio y de la tierra, El Salvador, este pequeño país de menos de 21 mil kilómetros cuadrados, desparece.
Tal como lo muestra el mapa superior*.
Estamos fritos.
Y luego, existe un gran problema en generar científicos, somos incapaces de constituir una buena masa de ciudadanos que invierta su tiempo y vida en la ciencia, las escuelas parecen sitios de reclusión que hacen todo menos inculcar a los niños el amor a la ciencia y el interés hacia lo desconocido.
De la minoría de salvadoreños que llega a una universidad, entre todos ellos, la gran mayoría escoge carreras que resumen su interés por trabajar en una oficina o despacho, que en carreras científicas, por ello a nivel nacional hay 1000 estudiantes de leyes contra 1 de arqueología o 1000 estudiantes de comunicaciones contra uno de química pura, esto denota la concepción que la gente tiene en carrera de ciencia, pues prefieren carreras “de verdad” que carreras con las cuales ellos consideran que terminarán siendo profesores de colegio.
Luego tenemos la fuga cerebral, gente que con dificultades se capacita en el país, y que por fortunas de la vida consigue un grado en el extranjero –sea pagando o becados- terminan migrando; y así, los pocos que formamos se terminan fugando. Y los que regresan son marginados y enredados en dimes y diretes políticos de administradores o directores que se resisten al cambio o derribar sus propios paradigmas.
¿Qué sucede con los profesionales salvadoreños que dedican o quieren dedicarse a sus carreras a la ciencia?, algunos trabajan sus investigaciones en sus ratos libres, con empleos “de verdad” y luchan por producir.
Los que pueden y trabajan en uno de los pocos centros de investigación tienen el gran problema que sus jefes, quienes generalmente no son científicos sino administradores o educadores, no comprenden la dimensión de la ciencia, ni la metodología, y el departamento de investigación se vuelve una oficina más, con su café y su horario laboral, y su gente trabajando “en ciencia”, como si fueran contadores o planificadores de proyectos. Todo esto amen de obtener literatura especializada, el acceso a bibliotecas internacionales no es la norma en las universidades locales
Y luego en el fondo está el gran problema de actitud de lo científicos salvadoreños, se dividen en bandos, o escuelas, hay odios, envidias por doquier, luchas y chismes, se convierten en verdaderas divas, se critican entre sí. Muchos casos prefieren dedicar su tiempo a la construcción de castillos de cartón en donde alojar a sus egos, que a la producción y socialización del conocimiento.
Si colocáramos un mapamundi, en donde todos los países fueran de cierto tamaño de acuerdo al número de publicaciones en física, biología, química, matemática, medicina clínica, investigación biomédica, ingeniería, tecnología, ciencias del espacio y de la tierra, El Salvador, este pequeño país de menos de 21 mil kilómetros cuadrados, desparece.
Tal como lo muestra el mapa superior*.
Estamos fritos.
* Imagen obtenida de www.worldmapper.org en la sección de educación/ investigación científica.