A mediados de enero hice una acampada en el Parque Nacional Montecristo, al norte del departamento de Santa Ana, territorio que colinda con Guatemala y Honduras.
El lugar tiene un clima agradable y el sitio donde se ubican las tiendas de campaña está bien organizado, tiene la infraestructura mínima para colocar una instalarse y dedicarse a la contemplación de la naturaleza.
Entonces había entrado un frente frío, lo que hizo que ese fin de semana hiciera mucho viento, tanto que durante la noche la ventisca zumbó tanto entre los árboles que me dormí arrullado por el ruido de los árboles.
El objetivo de la visita era observar las estrellas pero dos cosas impidieron la observación: en primer lugar los árboles al ser demasiados altos cubrieron casi todo el cielo, y segundo el frío era tan intenso que no daban ganas de permanecer a la interperie. A pesar de los problemas del viento y los árboles observamos a la galaxia de Andrómeda, la cual se veía fabulosa a través de un telescopio dobsoniano de 10”.
A pesar de la distancia tuvimos algo de contaminación lumínica proveniente del estadio de la ciudad de Metapán que tiene mal orientado sus luminarias.
El bosque Montecristo es increíble, es el último resquicio de bosque húmedo en El Salvador.
La zona para acampar se encuentra ubicado en una región donde en los años setenta se sembró pinos y estos son los que han crecido a tal punto que el visitante se siente engullido por el bosque.
La zona para acampar se encuentra ubicado en una región donde en los años setenta se sembró pinos y estos son los que han crecido a tal punto que el visitante se siente engullido por el bosque.
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