Nuestra sociedad moderna es una sociedad que aprecia las imágenes, amamos a las fotografías, las películas y las animaciones.
Muchas de nuestras referencias culturales se basan en películas. Las películas son las nuevas narrativas míticas. Si los antiguos se reunían alrededor de un fogón para contar historias fantásticas, ahora nosotros lo hacemos frente a una pantalla.
Claro que pueden ser un negocio, pero también es arte y sobre todo un producto cultural.
La imagen nos encanta.
Hace muchos años, en una época previa a Internet, cuando el acceso a la información estaba únicamente en los libros a los cuales poca gente tenía acceso, me llegó un libro enciclopédico para niños ilustrado por Disney; en él, entre las páginas de los inventos modernos aparecía la primera fotografía que se tomó en la historia.
Entonces a mí me conmocionó al verla y hoy lo sigue haciendo.
La primera fotografía fue realizada en 1826 por Nicéphore Niépce. Para lograrla se usó el efecto de cámara oscura y una placa de peltre. La imagen es lo que se veía desde la ventana de la habitación de Niépce en Francia. El tiempo de exposición fue de unas ocho horas, me imagino que Niépce estuvo realizando una serie de experimentos previos que bien pudieron capturar alguna imagen, pero todas las pruebas hoy están perdidas.
Antes de esa imagen no hay otra manera de ver el mundo sino a través del dibujo o la pintura.
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