Uno de los grandes problemas del conservadurismo es su férrea oposición
a la libertad de la persona en definir y escoger lo que a su criterio es bueno o malo. Generalmente los conservadores pretenden mantener un
estricto control de las costumbres humanas ya sea por el temor hacia una deidad
omnipotente o por medio del brazo opresor de un Estado.
Fue así que en 1920 líderes
religiosos y grupos conservadores estadounidenses lograron generar el suficiente lobby político para prohibir la elaboración,
venta y traslado de bebidas alcohólicas (no el consumo) en los Estados Unidos, lo que se le conoció
como la Ley Seca, amparada en la decimoctava enmienda a la Constitución.
La Ley Seca terminó por derogarse en 1933, porque la prohibición hizo lo contrario de lo que se buscaba, en lugar de alcanzar una sociedad más pacífica e idílica (según el criterio del conservadurismo protestante) hizo que aparecieran las grandes mafias del contrabando del alcohol y toda una industria
ilegal con un mercado negro muy dinámico; es decir, la medicina resultó peor que la enfermedad.
Este año, mientras se renovaba un edificio en el campus de
la Universidad de Fairleigh, New Jersey, los trabajadores descubrieron detrás
de unas baldosas una antigua lata de tabaco marca Príncipe Albert, la cual fue
dejada intencionalmente por fontaneros que trabajaron en el edificio en 1932.
Dentro de la lata se encontró un papel que decía:
“Estos baños se arreglaron
en 1932, EJ Parsons de Morristown, New Jersey , hizo el trabajo de plomería y
Edw Daniker de 70 Britten, St Madison
hizo el trabajo de los azulejos. Los otros trabajadores fueron Peter Moore, Joe Gero, Tom Skelly Morristown,
Chas. Clements .
El trabajo se hizo
durante la prohibición y fue un trabajo muy sediento.
Quien descubra esta
nota, si para entonces la enmienda XVIII ha cambiado, tómense un buen trago por
nosotros.
E. Daniker”
Foto por Scott Giglio
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