Todo el sábado y el domingo Jucuapa se paralizó, fue el culmen de sus fiestas patronales en honor a San Simón Apostol (que no es Simón "Pedro" sino otro de los apostoles) y estalló la fiesta, digo estalló por que en todas las calles principales del pueblo (que no pasarán de 5) se colocaron parlantes y disco móviles que prácticamente inundaron la tranquilidad del poblado con sus bajos y sus orquestas, toda la gente de los cerros vecinos y los pueblos cercanos llegaron, salieron carrozas y se lanzaron una gran cantidad de fuegos artificiales que avivaron la noche y de paso asustaron a muchos animales.
Al día siguiente frente a la Quinta se reunieron una muchedumbre para ver las corridas de caballos, que tenían que lograr algunas pericias para ganar algunos billetes, entre ellas galopar un caballo y obtener una argolla que se habia colgado entre dos árboles, para lograrlo los jugadores solo tenían de herramienta un pequeño lápiz.
Luego de los caballos se instaló en la entrada del barrio La Cruz el famoso "palo encebado", que se trataba de un mástil de madera de por lo menos 10 metros de altura, el cual estaba coronado con un premio de 100 dólares (algunas versiones escuché que eran $30), el objetivo es obligar a la gente a organizarse de alguna forma para alcanzar el premio, la grasa del palo es obtenida de aceite de vehículo quemado, y con cada intento la muchedumbre ríe y goza viendo a algunos que tratan una y otra vez de alcanzar el premio. Se colocan 4 o 5 hombres uno sobre el otro apoyados sobre el madero y así intentan una y otra vez, pero no resulta.
Los primeros intentos fueron los más graciosos, cuando tres "bolitos" (borrachitos) trataron de subirse sin éxito al madero, obteniendo de recompensa nada más que buenos golpes, a veces en sus caídas incluso cayeron sobre la propia gente y golpearon a una niña descuidada que pasaba por ahí, pero la gente solo lo desaprobó, la sobaron y siguió la risa.
Cuando unos 8 hombres se lograron organizar llegó un niño -quizas de unos 7 años- y comenzó a trepar sobre todos, ver a un niño de esa edad colgado a 6 metros de altura puede dar una angustia un tanto desesperante para cualquier urbano, pero nadie pareció darle la mayor importancia, todos los presentes gritaron y dieron vitores para que el niño alcanzara el premio pero no lo logró, todos lo apoyaron, incluso los borrachitos -excepto uno que le dio por trataba de ayudar pero más complicaba las cosas- todo el show duró por lo menos una hora y media,
hasta que llegó un "maitro" (maesto) finquero que desombra y en menos de 5 minutos obtuvo el premio utilizando dos sogas que amarró al madero, quien sabe si los organizadores lo dejaron solo por que ya llevaban demasiado tiempo intentandolo y nada, al bajar todos se reunieron con la idea de socializar el premio, parece que hubo una breve discusión y quizás el tipo no dió nada, aunque la verdad siguieron discutiendo un rato, y el "maitro" salió de barrio con un buen número de gente alrededor, todos pidiendole dividir el premio en partes iguales. Mientras en la esquina ya preparaban otras carrozas, llegó la banda musical del Instituto Nacional Jucuapense con sus tambores y trompetas, varias muchachas caminaron por las calles empedradas con sus coronas que las acreditaban como reinas de cada barrio, y en la esquina se instaló una disco móvil nueva, que recibiría a la popular banda Fiebre Amarilla para hacer bailar a todo el pueblo nuevamente.