Levantose, Abraham de mañana y cogiendo pan y un odre de agua, lo entregó a Agar y le puso sobre sus hombros a Ismael, y despidiola. La cual, habiendo partido andaba errante por el desierto.
A los veinticinco días se presentó un hombre a la tienda diciendo:
-Buenas tardes señor Abraham, soy de la Procuraduría General de la República, de la Unidad de Defensa de la Familia y el Menor, le tengo este citatorio con la juez de familia.
Sunday, July 25, 2010
Sunday, July 18, 2010
King Flyp
Uno cree que lo ha visto todo en esta vida pero no así.
La semana pasada me recomendaron un video del You Tube, de un nuevo fenómeno musical nacional proveniente del interior del país, específicamente de San Francisco Gotera, en el departamento de Morazán.
El video muestra un muchacho que inicia con voz destemplada una canción de reggaetón con una letra empalagosa y predecible, el video que tiene una rotunda calidad aficionada solo me produjo risa; mi primer pecado.
Tal como la peruana “Amapolita de Arahuay” o el “Delfin Quishpe”, nuestro artista en cuestión era un enorme representante del incierto género del destemplado y del cliché, en ese entonces algunos visitantes habían escrito comentarios realmente graciosos, lo mejor era leer los tomatazos.
En algún momento de la semana dije algo en público sobre “King Flyp” –que así se ha bautizado nuestro artista- y recibí recriminaciones por mi falta de apoyo al tipo; mi segundo pecado Algo no andaba bien con la gente, con sorpresa noté que de pronto estaba en televisión, radio, internet y periódicos, en boca de todos, localmente reemplazó al Pulpo Paul.
Si nos ponemos academicistas, el tipo representa una expresión cultural, es el parto histórico de una sociedad rural con elementos urbanos, la migración, la transculturización, el ideal posmoderno de jugar al American Idol, el sueño del estrellato, su elocución, el erotismo, el discurso y la propia e intima dedicación a crear le dan una característica y dimensión humana que hay que respetar.
Empero, toda expresión cultural, artística en este caso, va a tener una respuesta colectiva, a menos que el autor lo esconda y no lo socialice. La respuesta de la gente, parte del canon que cada sociedad considera aceptable, entendible, revolucionaria, lógica, bla, bla, bla.
“The King Flyp” ha tenido diversas reacciones:
1) Están los que tiran tomatazos, de diferentes niveles, los últimos días los comentarios en el You Tube son cada vez más incendiarios, se pasó de la risa inicial y “bayuncadas” a la denigración étnica, terribles insultos y amenazas a muerte. Ahora uno no puede producir un video o cantar una canción por que peligra su vida: Terrible.
2) Están los que se rasgan las vestiduras y algunos basados en la expresión cultural, indican que la creación representa la esencia del salvadoreño y por ello se debe de respetar, impulsar y proteger, casi faltaría que le pidan a la asamblea que después de cada versículo bíblico se ponga una canción de King Fylp en las escuelas. Es evidente que este muchacho no es el único artista nacional que trabaja por su “propuesta”, hay muchos más, yo entrevisté a tres salvadoreños mientras hacia mi etnografía en Long Island, ellos “Los del Bajo Mundo” y “Cheleman” migrantes, expresaban su vida en las canciones de reggaetón (que no es mi genero favorito) pero tenían ese “algo”, se notaba un esfuerzo, una dedicación, un trabajo profesional.
3) Están los que insultan a los que no les gusta King Flyp tildándoles de ser malinchistas, que Paulina Rubio o los regetoneros del Caribe son por mucho peor que nuestra estrella emergente, que hay que hacer patria apoyando. Una especie de patriotismo mal digerido, tomando en cuenta que no se apoya a otros artistas y no habría por que particularmente apoyar a este, justamente cuando hay otras personas que han dedicado su vida al trabajo del arte, de la música y del canto y han sido tan importantes como las hojas que caen en un bosque deshabitado. Si yo fuera artista, de esos que se esfuerzan y se dedican, y tienen calidad, diría que este país es de imbéciles.
4) Están los que les parece cómico, los que lo han hecho famoso por “bayuncos”, los que ven el video en You Tube por morbo, también están los que realmente les gusta, por que les dice algo, o les es estéticamente agradable, cantan su canción y lo siguen. Los que esperan su ringtone para su celular.
5) Finalmente los que lo siguen simplemente por que esta de moda. El impacto mediático es fundamental, no por algo la Coca Cola antes de venderse como bebida refrescante era vista como medicina, los medios de comunicación pueden inventar fiestas, hechos, formas, mitos o estrellas de la música; Claro, nuestros medios de comunicación no tienen tanto poder internacional como los medios transnacionales, ahí hay una frontera, de pasar de TCS a NBC hay un enorme abismo, de poder se puede, pero se tienen que cumplir algunos requisitos.
Habrá que ver que piensa este muchacho del polvorín que levantó, parece ser que no le importa lo que diga la gente, cosa que es oportuna, él debe de tener toda la libertad de producir lo que le venga en gana, y los demás tienen la libertad de recibirlo como quieran, ya sea de apoyo, risas, tomates o comprar sus CDs o bajar su música, mientras no lo amenacen a muerte o quieran llevar a la práctica semejantes atrocidades.
Los que saben de música dicen que debe de mejorar, quizás si mejora es potable para un mercado internacional y un éxito rotundo, luego de “El Gato Volador” y "La gasolina" creo que cualquier cosa es vendible, según como se presente y se maneje la publicidad. Fuera de nuestro Macondo particular solo dependerá de sus buenas decisiones ejecutivas, seguro ya conseguirá un manager que querrá invertir en él.
Lo que menos debe de hacer este joven es creerse Superestrella, ese es el problema de los que lo apoyan por razones ideológicas o por aquello de ser políticamente correcto, hay que decirle que deje de sonar como aficionado, quizás sus letras se vuelvan más intimas, propias y no tan predecibles y empalagosas. Que hasta para el reggaetón hay que saber hacerlo, por ahí dirán que esa potabilización es un “blanqueamiento” estético de una sincera expresión popular, pero el pueblo hace sus valoraciones y por algo los artistas ya sean Inuit, Mohicanos, Quechuas, Florentinos han logrado niveles de arte exquisitos, bajo ciertas exigencias estéticas o como podría decir Durkheim que la sociedades constriñen y con ello buscan nuevas formas. Entre la misma gente se va dando una división social que consigue diferentes formas de expresión, tampoco sería justo ir a meter a King Flyp en un museo etnográfico y obligarle a un primitivismo que algunos parecen encontrarle.
Que el tipo no desarrolle su incipiente arte es un pecado, por que buenas intenciones tiene, quizás poco o nulo talento, pero tiene ganas y ahí esta sentado en el macho, ahora tiene que arriarlo.
Lo que apunto aquí es la necesidad académica de desarrollar un estudio del arte popular salvadoreño, tenemos que entender las reacciones de la gente, no solo de quien lo presenta, lo que dice, o que imágenes muestra, hay que ver como la gente reacciona ante ello.
Hay definir categorías para calificar estos elementos, tal como se hizo en México, con lo pachuco, que al final terminó siendo de culto; en otras palabras, nos urge un Carlos Monsivais. Habrá que definir, lo “calle”, lo “bayunco”, lo “gabán”, lo “fresón”, lo “bajero” y como hay grupos que identifican o niegan cada uno de ellos, quizás ese es el primer paso para entender esa salvadoreñidad que tanto se habla, e ir dimensionando mentalidades. Si King Flyp representa a la salvadoreñidad, hay que preguntarse ¿Cuál salvadoreñidad?, ¿Qué comunidades?, ¿La indígena?, ¿La urbana de media renta?, ¿La rural?, ¿La transnacional?, ¿la hibridada posmoderna?...etc, más esfuerzo y menos consignas es la solución.
En su momento no vi lo anterior, lo que constituyó mi último pecado.
El video muestra un muchacho que inicia con voz destemplada una canción de reggaetón con una letra empalagosa y predecible, el video que tiene una rotunda calidad aficionada solo me produjo risa; mi primer pecado.
Tal como la peruana “Amapolita de Arahuay” o el “Delfin Quishpe”, nuestro artista en cuestión era un enorme representante del incierto género del destemplado y del cliché, en ese entonces algunos visitantes habían escrito comentarios realmente graciosos, lo mejor era leer los tomatazos.
En algún momento de la semana dije algo en público sobre “King Flyp” –que así se ha bautizado nuestro artista- y recibí recriminaciones por mi falta de apoyo al tipo; mi segundo pecado Algo no andaba bien con la gente, con sorpresa noté que de pronto estaba en televisión, radio, internet y periódicos, en boca de todos, localmente reemplazó al Pulpo Paul.
Si nos ponemos academicistas, el tipo representa una expresión cultural, es el parto histórico de una sociedad rural con elementos urbanos, la migración, la transculturización, el ideal posmoderno de jugar al American Idol, el sueño del estrellato, su elocución, el erotismo, el discurso y la propia e intima dedicación a crear le dan una característica y dimensión humana que hay que respetar.
Empero, toda expresión cultural, artística en este caso, va a tener una respuesta colectiva, a menos que el autor lo esconda y no lo socialice. La respuesta de la gente, parte del canon que cada sociedad considera aceptable, entendible, revolucionaria, lógica, bla, bla, bla.
“The King Flyp” ha tenido diversas reacciones:
1) Están los que tiran tomatazos, de diferentes niveles, los últimos días los comentarios en el You Tube son cada vez más incendiarios, se pasó de la risa inicial y “bayuncadas” a la denigración étnica, terribles insultos y amenazas a muerte. Ahora uno no puede producir un video o cantar una canción por que peligra su vida: Terrible.
2) Están los que se rasgan las vestiduras y algunos basados en la expresión cultural, indican que la creación representa la esencia del salvadoreño y por ello se debe de respetar, impulsar y proteger, casi faltaría que le pidan a la asamblea que después de cada versículo bíblico se ponga una canción de King Fylp en las escuelas. Es evidente que este muchacho no es el único artista nacional que trabaja por su “propuesta”, hay muchos más, yo entrevisté a tres salvadoreños mientras hacia mi etnografía en Long Island, ellos “Los del Bajo Mundo” y “Cheleman” migrantes, expresaban su vida en las canciones de reggaetón (que no es mi genero favorito) pero tenían ese “algo”, se notaba un esfuerzo, una dedicación, un trabajo profesional.
3) Están los que insultan a los que no les gusta King Flyp tildándoles de ser malinchistas, que Paulina Rubio o los regetoneros del Caribe son por mucho peor que nuestra estrella emergente, que hay que hacer patria apoyando. Una especie de patriotismo mal digerido, tomando en cuenta que no se apoya a otros artistas y no habría por que particularmente apoyar a este, justamente cuando hay otras personas que han dedicado su vida al trabajo del arte, de la música y del canto y han sido tan importantes como las hojas que caen en un bosque deshabitado. Si yo fuera artista, de esos que se esfuerzan y se dedican, y tienen calidad, diría que este país es de imbéciles.
4) Están los que les parece cómico, los que lo han hecho famoso por “bayuncos”, los que ven el video en You Tube por morbo, también están los que realmente les gusta, por que les dice algo, o les es estéticamente agradable, cantan su canción y lo siguen. Los que esperan su ringtone para su celular.
5) Finalmente los que lo siguen simplemente por que esta de moda. El impacto mediático es fundamental, no por algo la Coca Cola antes de venderse como bebida refrescante era vista como medicina, los medios de comunicación pueden inventar fiestas, hechos, formas, mitos o estrellas de la música; Claro, nuestros medios de comunicación no tienen tanto poder internacional como los medios transnacionales, ahí hay una frontera, de pasar de TCS a NBC hay un enorme abismo, de poder se puede, pero se tienen que cumplir algunos requisitos.
Habrá que ver que piensa este muchacho del polvorín que levantó, parece ser que no le importa lo que diga la gente, cosa que es oportuna, él debe de tener toda la libertad de producir lo que le venga en gana, y los demás tienen la libertad de recibirlo como quieran, ya sea de apoyo, risas, tomates o comprar sus CDs o bajar su música, mientras no lo amenacen a muerte o quieran llevar a la práctica semejantes atrocidades.
Los que saben de música dicen que debe de mejorar, quizás si mejora es potable para un mercado internacional y un éxito rotundo, luego de “El Gato Volador” y "La gasolina" creo que cualquier cosa es vendible, según como se presente y se maneje la publicidad. Fuera de nuestro Macondo particular solo dependerá de sus buenas decisiones ejecutivas, seguro ya conseguirá un manager que querrá invertir en él.
Lo que menos debe de hacer este joven es creerse Superestrella, ese es el problema de los que lo apoyan por razones ideológicas o por aquello de ser políticamente correcto, hay que decirle que deje de sonar como aficionado, quizás sus letras se vuelvan más intimas, propias y no tan predecibles y empalagosas. Que hasta para el reggaetón hay que saber hacerlo, por ahí dirán que esa potabilización es un “blanqueamiento” estético de una sincera expresión popular, pero el pueblo hace sus valoraciones y por algo los artistas ya sean Inuit, Mohicanos, Quechuas, Florentinos han logrado niveles de arte exquisitos, bajo ciertas exigencias estéticas o como podría decir Durkheim que la sociedades constriñen y con ello buscan nuevas formas. Entre la misma gente se va dando una división social que consigue diferentes formas de expresión, tampoco sería justo ir a meter a King Flyp en un museo etnográfico y obligarle a un primitivismo que algunos parecen encontrarle.
Que el tipo no desarrolle su incipiente arte es un pecado, por que buenas intenciones tiene, quizás poco o nulo talento, pero tiene ganas y ahí esta sentado en el macho, ahora tiene que arriarlo.
Lo que apunto aquí es la necesidad académica de desarrollar un estudio del arte popular salvadoreño, tenemos que entender las reacciones de la gente, no solo de quien lo presenta, lo que dice, o que imágenes muestra, hay que ver como la gente reacciona ante ello.
Hay definir categorías para calificar estos elementos, tal como se hizo en México, con lo pachuco, que al final terminó siendo de culto; en otras palabras, nos urge un Carlos Monsivais. Habrá que definir, lo “calle”, lo “bayunco”, lo “gabán”, lo “fresón”, lo “bajero” y como hay grupos que identifican o niegan cada uno de ellos, quizás ese es el primer paso para entender esa salvadoreñidad que tanto se habla, e ir dimensionando mentalidades. Si King Flyp representa a la salvadoreñidad, hay que preguntarse ¿Cuál salvadoreñidad?, ¿Qué comunidades?, ¿La indígena?, ¿La urbana de media renta?, ¿La rural?, ¿La transnacional?, ¿la hibridada posmoderna?...etc, más esfuerzo y menos consignas es la solución.
En su momento no vi lo anterior, lo que constituyó mi último pecado.
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