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Son los últimos en dormir y los primeros en despertar, el madrugar es un valor incuestionable, son los primeros en llegar a la oficina y los últimos en salir, desprecian quien se retira de la oficina a la hora reglamentaria, la vida social o familiar es una excusa de holgazanes, el trabajo es el centro de sus vidas.
Siempre están conectados, envían correos electrónicos en las madrugadas con mensajes urgentes, y cuando sus colaboradores o subalternos revisan el mensaje a las 8am, ya es tarde para presentarlo. Entran como un tornado a las oficinas, pidiendo esto y lo otro, algunos gritan, otros se molestan, unos ponen reuniones nomás entrar o cinco minutos antes de salir, reuniones que duran por lo menos tres horas y media.
Con tendencia a la ansiedad, muchos son fumadores empedernidos, o adictos a la cafeína, algunos son obesos; es decir, su corazón es una bomba de tiempo.
Son los adictos al trabajo, también conocidos como los "workahólicos", el mejor consejo para ellos: Bajarle el ritmo a la vida, hacer ejercicio, tener un hobbie y descanzar lo suficiente, el cuerpo es una fantástica máquina, pero tiene límites; de lo contrario, entre tanto estrés y correrías, más temprano que tarde su nombre y apellido será grabado en una lápida de cementerio.