Tuesday, June 28, 2016

Reflexionando sobre los 25 años de ASTRO


Telescopio Tinsley de la Asociación Salvadoreña de Astronomía observando al planeta Venus en las constelación de Sagitario (Nov 2013) foto por Jorge Colorado.

"No explicar la ciencia me parece perverso. Cuando uno se enamora, quiere contarlo al mundo"
 Carl Sagan,
 The Demon-Haunted World : Science as a Candle in the Dark
 1995



La astronomía llegó a mi vida de una forma discreta, no guardo recuerdo de cuando y como me comenzó a interesar, pero estoy seguro que fue producto de una serie indeterminada de eventos casuales, y del buen juicio de mi madre que me regaló un par de libros que me marcaron de por vida. Tampoco llegó sola, se acompañó de otras dos ciencias que siempre he amado y que me apasionan, a una de ellas me he dedicado profesionalmente.

Los niños son curiosos por naturaleza y yo no fui la diferencia, ni particularmente destacado, tan solo que las cosas se dieron de tal forma que la ciencia siempre me importó, quizás un poco más que el promedio de personas que me rodeaban. El Salvador puede ser un territorio fértil para muchas cosas, pero la ciencia nunca ha sido uno de su fuertes y la búsqueda del conocimiento tampoco es uno de sus valores más destacados.

De niño nunca tuve acceso a un telescopio y tampoco podía definir las constelaciones, el cielo nocturno me parecía un rompecabezas sin sentido, estrellas esparcidas sin orden en un fondo negro. Solo tenía un par de binoculares que habían pertenecido a mi bisabuelo y que pasaron por varias generaciones hasta llegar a mis manos.

Durante la guerra civil (1980-1992) los telescopios estaban restringidos a la venta, si alguien pretendía importarlos era necesario obtener un permiso del Ministerio de Defensa o tener un amigo militar que le facilitara el trámite en aduana. Todavía en el siglo XXI los telescopios siguen con esa absurda restricción, El Salvador debe ser el único país del mundo que cataloga a los telescopios como armas.

Un día de tantos un amigo de la familia me regaló un telescopio que él ya no usaba. Me lo dio en dos partes, una semana el tubo y otra semana el trípode. Como todo adolescente no tuve la paciencia de esperar un par de días y esa misma noche hice malabares para mantener el tubo enfocado hacia un lucero que se ocultaba en el horizonte.  Descubrí que se trataba de Júpiter, el gigante gaseoso y planeta más grande del sistema solar.

Pasé los siguientes meses observando el cielo y reconociendo las constelaciones. Con el telescopio pude observar nebulosas, cúmulos de estrellas y galaxias, me maravillé con los cráteres de la Luna, los anillos de Saturno y los casquetes polares de Marte. En ese tiempo la contaminación lumínica de San Salvador no era mucha y todavía dejaba los cielos relativamente oscuros. Yo era un adolescente que se pasaba las noches viendo las estrellas en un cielo donde volaban helicópteros de guerra.

A inicios de 1991 leí una noticia en un periódico que me dejó perplejo, el titular decía "Fundan asociación de astronomía", fue una gran sorpresa darme cuenta que habían otras personas con el mismo interés en El Salvador, que esa fundación se había venido aplazándose desde mediados de los años ochenta, en los años cuando el cometa Halley se había acercado a la Tierra. Hoy era diferente, había una gran excusa para organizar un grupo de interesados en la astronomía: El eclipse total de sol del 11 de julio de 1991.

Inmediatamente nos dimos cuenta que la gente estaba emocionada con la noticia del eclipse, pero también había mucho miedo y confusión. Los medios de comunicación comenzaron a preguntar sobre las horas y las técnicas seguras para observarlo. Así que en las semanas previas al eclipse nos tocó cubrir a casi todos los socios muchas radios, periódicos y televisión, yo tuve que romper el miedo a los micrófonos y las cámaras de televisión y hablar de astronomía. Al finalizar cada programa noté que siempre me sentía muy satisfecho en compartir con la gente algo que yo valoraba, ASTRO me permitió descubrir esa vena de comunicador de la ciencia y docente de la cual no tenía ni la menor idea.


Fotografía del Eclipse Total de Sol 11 de julio de 1991, foto por Victor Hugo Hurtarte ASTRO.
El eclipse lo observamos desde un terreno contiguo al Aeropuerto Comalapa (hoy en ese lugar se encuentran las salas de espera 14 y 16). El canal 10, TV educativa, cubrió el evento en vivo junto con ASTRO y lo transmitió a nivel nacional. Dos compañeros de la asociación y ahora amigos de muchos años fueron los conductores del programa. El eclipse sobrepasó todas las expectativas que me había hecho durante los meses previos, estoy seguro que fui uno de los afortunados que tuvo la oportunidad de disfrutar al máximo ese evento astronómico en El Salvador.

Años después gracias a una donación de un telescopio y una cúpula, nos impulsó a buscar un terreno para construir un observatorio astronómico. El observatorio tomó más de  7 años en completarse, para ello se contó con el apoyo de los mismos socios de ASTRO, de empresas privadas y fundaciones que donaron dinero y materiales. El observatorio está ubicado en el municipio de San Juan Talpa y se inauguró el 8 de febrero del año 2000.

Hoy han cambiado muchas cosas, el observatorio ha sido ampliado en varias ocasiones, llegó el Internet a El Salvador y las redes sociales comenzaron a tener una mayor importancia en nuestra sociedad. A nivel internacional los telescopios se computarizaron y las cámaras se hicieron digitales lo que revolucionó la astrofotografía. Por otro lado los países desarrollados han enviado robots a varios planetas, sabemos como es Plutón y se han descubierto planetas en otras estrellas. Nadie sabe que sucederá en el futuro cercano, es posible que en un par de décadas la ciencia logre descubrir por medio de estudios espestroscópicos de las atmósferas de exoplanetas alguna firma química de la vida, y quien sabe, quizás también vida inteligente.

Al presente el desarrollo científico del país es muy bajo, los últimos años la producción científica del país se ha encontrado bajo las islas de Barbados y Guadalupe. Mientras que el mundo va a trote con la ciencia y la tecnología, el futuro inmediato no parece ser muy halagador para la ciencia salvadoreña.

Si bien este tipo de organizaciones como ASTRO es de carácter aficionado, estas sirven de plataforma para la comunicación de la ciencia, una actividad que va más allá de compartir datos y descripciones de la naturaleza, comunicar la ciencia es un acto provocador de un cambio social. La astronomía es una ciencia muy bella, no solo porque la capacidad de apreciación que tenemos los humanos ante el universo y las preguntas filosóficas que esta trae, sino porque también tiene enormes vínculos con otras ciencias, las estrellas nos pueden llevar hacia la química, hacía la ingeniería, hacía la electrónica o la arqueología. 


Poner el ojo en un telescopio es más que una entretenida afición, es una ventana a un universo fascinante y a la posibilidad de dedicar la vida a la búsqueda del conocimiento.

(Artículo publicado en periódico El Faro

Niños observando la Luna desde la laguna de Alegría, Usulután, foto por Jorge Colorado.