Interesante la vida en las corporaciones, con cientos de reuniones burocráticas con la idea de desinstalar la burocracia, pero la propia existencia de las reuniones refiere a una burocracia enquistada en lo más hondo de la organización.
Lejos los sueños de los clásicos economistas, sociólogos y antropólogos, estamos y hemos desarrollado el homo-corporación: un tipo de bien vestir y peinar, con sus corbatas anundadas y sus tasas de café colocadas eternamente sobre sus escritorios, con sus risas controladas y su vida dependiendo en amarillos espacios que se extienden por todo el calendario del Outlook, espacios que representan tiempo, horas encausadas a proyectos y reuniones.
La vida del corporado es dura, es de mantener la compostura entre la presión, las bases de datos, los administradores, el tipo de help desk, los jefes, los reportes, la fotocopiadora dañada y cojones para sortear el típico embotellamiento que se forma cuando todos suponen regresar a sus hogares.
Los sueños se plasman en presentaciones del Power Point, y los asesores son los pontífices de los cambios, los cuales terminan costando 10 veces más que si fueran hechos por alguien de casa (mucho más si los asesores hablan un idioma anglosajón).
Así se pasa la vida, hay toda una cultura dentro de estas paredes, "gadjets" para hace la vida más "productiva", y formas de ser, cultos a la personalidad y puntualidad, olores, palabras y temas tabues (cosas que no se dicen), pero sobre todo una filosofía barata intragable e inmanejable (Kiyosaki , Garrett Sutton, Sharon Lechter).
Así se pasa la vida.