"La muerte tienen esa particular belleza de ser tan clara como una demostración matemática, tan simple como unir con una linea dos puntos"
José Saramago
José Saramago
Uno de los hombres más brillantes que he conocido, que fue desde mi niñez un modelo a seguir, ha muerto.
Me refiero al Doctor Antonio Ramirez Amaya, maestro de la neurocirugía en El Salvador, con 50 años de brillante carrera murió hace tres días.
Ahi me encontré viendolo en el ataud, con su pelo blanco y sus manos cruzadas, manos que salvaron a tantos y que ahora se van al destino que nos depara a todos.
Asi estaba dentro de su urna, parecía descanzando, ¿Adonde se fue la sabiduria?, ¿ El gusto por el arte y la historia?... se van con uno, a menos que se socialice y se comparta, de eso no puede censurarse al doctor, que ha sido fundador de la neurocirugía en el país y que enseñó durante toda su vida.
Ahora, cuando el vacío posterior a su muerte se hace más pesado, nos aparece una última enseñanza de su ilustrísima vida, una alerta que pende sobre nuestras cabezas, que refiere a la condenación mortal a la cual todos estamos inscritos.
Así en el despeñadero de los tiempos, nadie se salva, nuestra vida terminará tarde o temprano. Seguiremos el mismo destino de la cadena de hombres y mujeres que nos han forjado y precedido, en una idea que permite entender que la historia del hombre individual solo es importante como un ejercicio de ilustración. Lo que queda, sostiene a nuestra especie, sobrevive como la anónima voz que acompañará a los titanes del futuro, nuestos hijos en la humanidad.
No comments:
Post a Comment