Seguramente usted, apreciable lector, cree en la existencia de seres sobrenaturales, una colección de personajes inmortales, en su mayoría invisibles y en ocasiones incorpóreos, que juegan con el destino de nosotros los mortales. Desde nuestro punto de vista humano, estos seres sufren continuamente alegrías y enojos, incluso pueden ser peligrosos y vengativos, pero también serviciales o benévolos.
No todas las culturas manejan la misma narrativa en esa colección de seres (panteón), tenemos el ejemplo de la mitología griega en donde los dioses tienen una dinámica tan particular que nos parecería una comedia moderna. Asimismo vemos luchas y apuestas entre ellos, tal es el caso de la narrativa de Job, en donde Yahvéh y Satanás llegan a un acuerdo y el primero permite que el segundo destruya la vida de Job, arruinando su patrimonio, enfermándolo y asesinando a su familia.
En el caso de Job, aparte del terrible juego, notamos que entre estos seres mantienen entre sí una comunicación fluida, negocian y más allá de sus particulares batallas eternas, llegan a acuerdos concretos. Y sobre todo, siendo uno (Yahvéh) que da el permiso al otro (Satanás), existe una jerarquía en función a la administración cósmica, pero sobre todo a la administración humana, pues su ocupación habitual, sus fichas de juego o su principal clientela somos nosotros.
Cualquier negocio va a la quiebra sino llegan clientes, de no existir humanos, la función rectora o subversiva de dichos entes no tendría sentido, hasta cierto punto son prisioneros de nuestra existencia, un virus de computadora no funciona sin computadora, tampoco si está apagada, o se usa otro software.
Las mitologías son cuestiones de mentalidades, a los cristianos poco les perturba que Alá prohíba dibujar a la figura de un animal o humano, y mucho menos les interesa las opiniones de Shivá en cuanto a no ser adorado, incluso en estos tiempos de apertura religiosa y de diversidad de pensamiento, vemos como en nuestra misma sociedad las mentalidades se contraponen. De sufrir un accidente un católico está dispuesto a una transfusión sanguínea mientras que un Testigo de Jehová lo negará, según la interpretación a las prohibiciones que los Testigos hacen del libro sagrado.
En realidad estos seres sobrenaturales constituyen unidades que componen sistemas de creencias, ideologías y visiones de mundo, personifican nuestra moral particular y colectiva, le dan un sentido a nuestra organización social fundamentando nuestros roles sociales. Como diría Edward Tylor, son “nuestras causas personificadas”.
(Caricatura por
Alberto Montt)