Friday, August 6, 2010

NYC


Después de un vuelo en American Airlines donde el servicio abordo se resumió a dos tazas de café y una mala película muda –a menos que se cancele con tarjeta débito unos audífonos - estoy de regreso en Nueva York.
Es impresionante lo mucho que cambian las cosas cuando uno se ausenta de un sitio, tengo años de no volver a Puerto Rico y en ocasiones me pregunto qué cosas habrán cambiado en la “Isla del Encanto”. A veces me imagino caminar por las calles de Mayagüez ver la Escuela Superior José María Hostos y darme cuenta que las cosas que viví quedaron en otro siglo, a excepción de poquísimos amigos que aun tengo en la isla, ya no tengo nada que hacer en Puerto Rico, el tiempo se lo tragó todo.
Así las cosas, luego de salir del aeropuerto Kennedy y llegar al apartamento me quedé parado en la entrada del edificio, han renovado el lobby y quedó irreconocible, por un momento consideré haberme equivocado de edificio, de calle y de ciudad. Pero había un gran rótulo dorado con la dirección que me gritaba que estaba en el lugar correcto, esperé hasta que el portero me saludó y ayudó a levantar mi maleta. En el elevador que las cosas comenzaron a parecerme familiares y dentro del apartamento me encontré con mis padres que se ven exactamente igual que cuando los dejé hace más de un año, eso era lo que más importaba.

Más cambios
La crisis económica del año pasado golpeó la ciudad, varios negocios cerraron, algunos con muchos años de haberse instalado en el vecindario, ya había visto el triste destino de Circuit City y ahora resulta que el Barnes & Noble de la calle 86 lo cerraron y lo consolidaron con otro que estaba en la calle Lexinton, el nuevo sitio lo instalaron en un sótano de una torre que inauguraron hace poco, ha quedado muy bonito y moderno, pero por alguna razón no llenó mis expectativas; por cierto, desde la librería el teléfono celular no conecta.
Hace unas semanas mientras se trabajaba en la construcción de las nuevas torres del Word Trade Center los obreros encontraron un barco antiguo del siglo XVIII que ha comenzado a ser recuperado por los arqueólogos, en menos de 10 años tres enormes torres, las cuales serán los edificios más altos del mundo van a decorar nuevamente el horizonte del bajo Manhattan.
Ahora se ha levantado una gran polémica en ese mismo lugar, a menos de dos cuadras al norte de donde estaban las Torres Gemelas, un grupo de musulmanes han considerado construir un centro islamista, y como es de esperarse algunos consideran que ubicar una mezquita en un sitio donde extremistas asesinaran a miles de personas es un verdadero insulto, otros se quejan -tal como ocurre en Europa- que occidente está siendo amenazado por una creciente islamización, que se debe detener de alguna forma.
Otros dicen que la mezquita hará bien por que trae consigo el acercamiento y diálogo entre culturas, que los terroristas musulmanes no son los piadosos musulmanes que viven y trabajan junto a los neoyorkinos occidentales, otros dicen que no hay nada que prohíba construir tal mezquita a pocas cuadras de “Ground Zero”, y la verdad es que no hay nada que prohíba legalmente su construcción, la libertad expresada en la constitución de Estados Unidos lo permite, prohibirlo borraría la diferencia entre un estado democrático y uno totalitario.
La pelota quedará en el lado de los musulmanes que cargan con el proyecto, el “Ground Zero” es un tema delicado en el imaginario de la ciudad y en general en la sociedad estadounidense, ya obtuvieron todos los permisos y solo necesitarán 100 millones de dólares para construirlo, seguro que se levanta antes que las nuevas torres estén de pie.
Y esperar la primera pedrada de algún peatón, como dicen por ahí "el niño llorón y lo pellizcan"

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