Usted puede viajar al otro lado del universo, tomar cualquier círculo y dividir su circunferencia entre su diámetro y obtendrá un número. El mismo número lo conseguirá si ese mismo cálculo lo hiciera en la Tierra, es curioso, casi mágico. El misterioso número es una constante, la cual no puede ser expresada en una fracción, por ello se dice que es un número irracional.
Desde la antigüedad habían dado con él, pero fue hasta hace cuatro siglos que finalmente su cálculo fue más preciso, en estos tiempos las computadoras han permitido llegar a las 2.6 billones de cifras.
Me refiero al número Pi.
Se dice que es una constante, que no es privativa de la matemática, la física y la estadística lo utilizan, en los últimos años se ha transformado en toda una celebridad, que incluso se ha rodado una película en su nombre.
Más allá de ser una mera curiosidad académica, siempre he considerado al número Pi como una prueba física de una especie de diseño cósmico, un orden en un universo caótico; y no es que me ponga místico, que tengo todo el derecho y el programa cultural para serlo, mucho menos religioso, el considerar un patrón del universo no significa que me ponga pie para creer en deidades. Como soy agnóstico tengo la oportuna posibilidad de considerar la idea de uno o una multitud de dioses, o ninguno, pero tan solo es una posibilidad en trillones, una posibilidad que en ocasiones siento que es trillada, falsa y simplemente antropocéntrica.
Pi no es la prueba de la existencia de una inteligencia superior, yo creo en la inteligencia y punto (en la estupidez también), la física matemática permite intercalar el mundo imaginario de los números con el mundo material, para darle forma en nuestros modelos que tratan de esparcir un poco de cordura en este laberinto cósmico.
Y si jugamos a alejarnos de la razón pura, para fantasear por los rincones de los sueños, puedo creer que la vida esta llena de círculos, que abrimos y cerramos cada cierto tiempo, que transitamos entre los hechos, de un punto a otro buscando la razón de nuestra existencia. Que nos suceden cosas, que hacemos nos que sucedan también, en ocasiones no las entendemos, a veces las jugamos de cínicos, cometemos maldades, irresponsabilidades, pero también somos los autores de las palabras más bellas y la caricia más tierna, la más profunda solidaridad; asimismo, la más insoportable levedad del ser
Puedo fantasear que estos círculos de la vida tienen su diámetro y por lo ende su número Pi, que me da la certeza que la vida como tal, tiene una estructura en el caos.
Damos vuelta pues, y este mi círculo, que debe de ser el tercero en lo que va de mi existencia, ya se agotó, es entonces cuando entro a uno nuevo.
Este se ha cerrado.
Desde la antigüedad habían dado con él, pero fue hasta hace cuatro siglos que finalmente su cálculo fue más preciso, en estos tiempos las computadoras han permitido llegar a las 2.6 billones de cifras.
Me refiero al número Pi.
Se dice que es una constante, que no es privativa de la matemática, la física y la estadística lo utilizan, en los últimos años se ha transformado en toda una celebridad, que incluso se ha rodado una película en su nombre.
Más allá de ser una mera curiosidad académica, siempre he considerado al número Pi como una prueba física de una especie de diseño cósmico, un orden en un universo caótico; y no es que me ponga místico, que tengo todo el derecho y el programa cultural para serlo, mucho menos religioso, el considerar un patrón del universo no significa que me ponga pie para creer en deidades. Como soy agnóstico tengo la oportuna posibilidad de considerar la idea de uno o una multitud de dioses, o ninguno, pero tan solo es una posibilidad en trillones, una posibilidad que en ocasiones siento que es trillada, falsa y simplemente antropocéntrica.
Pi no es la prueba de la existencia de una inteligencia superior, yo creo en la inteligencia y punto (en la estupidez también), la física matemática permite intercalar el mundo imaginario de los números con el mundo material, para darle forma en nuestros modelos que tratan de esparcir un poco de cordura en este laberinto cósmico.
Y si jugamos a alejarnos de la razón pura, para fantasear por los rincones de los sueños, puedo creer que la vida esta llena de círculos, que abrimos y cerramos cada cierto tiempo, que transitamos entre los hechos, de un punto a otro buscando la razón de nuestra existencia. Que nos suceden cosas, que hacemos nos que sucedan también, en ocasiones no las entendemos, a veces las jugamos de cínicos, cometemos maldades, irresponsabilidades, pero también somos los autores de las palabras más bellas y la caricia más tierna, la más profunda solidaridad; asimismo, la más insoportable levedad del ser
Puedo fantasear que estos círculos de la vida tienen su diámetro y por lo ende su número Pi, que me da la certeza que la vida como tal, tiene una estructura en el caos.
Damos vuelta pues, y este mi círculo, que debe de ser el tercero en lo que va de mi existencia, ya se agotó, es entonces cuando entro a uno nuevo.
Este se ha cerrado.
No comments:
Post a Comment