Siempre he tenido la idea que El Salvador es un microcosmos de absurdas contradicciones, una especie de aldea en donde la gente representa un sinnúmero de papeles entre drama y humor, como en Springfield de los Simpson, pero un Springfield aun más obtuso, digamos macondiano.
Las ultimas semanas el microcosmos salvadoreño sufrió una sacudida, llegó la noticia que Barack Obama llegaba a visitarnos, y desde ese mismo instante surgieron las expectativas, cada quien con la suya, que cada cabeza es un mundo. Ocurrieron cosas curiosas, mientras los días de la gira pasaban, notamos como las instituciones de gobierno funcionaban de una forma eficiente, en pocos días el ornato de la ciudad mejoró notablemente, se pintaron (aunque sea de fachada) el Teatro Nacional y la Biblioteca, se sacaron los buses del centro de la capital, se pintaron aceras, las calles lucieron seguras, limpias y sin baches. Se aplicó la máxima que dice “Hay que arreglar la casa cuando llegan visitas”, un absurdo, pues siempre debería de ser así, pero claro, deben de suponer nuestras autoridades que entre nosotros hay confianza. Absurdo, uno no espera que los parisinos limpien los Campos Elíseos solamente cuando hay un evento importante, es algo continuo, el ornato y la estética debe de ser permanente.
Me di cuenta que a pesar de limpiar y poner a punto la ciudad, los famosos rótulos de acera (MUPIS) son tantos como vendedores ambulantes en el centro, prácticamente esos adefesios comerciales se han tomados las calles, es necesario establecer una cruzada contra ellos pues arruinan la poca estética que nos queda. Y por si fuera poco, los cables que conectan los servicios de telefonía, datos y electricidad a toda la ciudad ponen el otro 50% de la contaminación visual. Si los MUPIS lo hacen en el suelo, los cables lo hacen en el cielo, es caro, pero es de evaluar si en calles principales no sería más seguro y estético (aunque caro en un inicio) tener los cables bajo tierra
Lo más pintoresco se encuentra en las opiniones de la gente en relación a la visita presidencial, algunos lo reciben emocionados como si fuera uno más de la farándula, otros lo reprochan utilizando sus tradicionales consignas, y algunos solo son peticiones, que la reforma migratoria, que el TPS, que la guerra contra el narcotráfico. Unos arman protestas, otros se jalan el pelo pensando en las calles cerradas por las mismas protestas y por los operativos de seguridad. Algunos salen de graciosos, hubo un tipo que inventó la Pupusa Obama, basado en maíz negrito, dejando fuera la grosería que representa la cuestión de la pupusa negra –desde el punto de vista de la sociedad estadounidense- juraría que es parte de un sketch de SNL. En las televisoras y periódicos hemos visto y leído a los “opiniólogos” que con su acostumbrada autoridad hablan de la llegada de Obama y como suele ser, que siempre tienen una opinión para cualquier cosa en su carácter de “expertos” se llenan la boca hablando de las implicaciones políticas, económicas, de seguridad, de geopolítica, bla, bla, bla de la visita. Por otro lado vemos a los medios de comunicación que corren de un lado a otro, tratando de aruñar alguna nota y soñar por un momento que son alguna cadena internacional del corte de CNN, los chistes y comentarios en el Facebook y Twitter están en sintonía con Obama, se dice mucho.
Pero creo que entre lo más emblemático de la gira por El Salvador es la visita a la cripta de Monseñor Romero, una actividad totalmente política, pero que genera un terremoto en nuestras mentalidades polarizadas, rompe el esquema de la guerra fría y de las identidades políticas que se han construido desde entonces, la cripta es un lugar simbólico, nos dice “algo”, en realidad nos dice muchas cosas de quienes somos los salvadoreños, y que Obama esté ahí implica que el representante de uno de los participantes (aunque no directo de la guerra civil) considera a bien dar un paso, darle vuelta al calcetín histórico y reconocer de cierta forma lo que hay que reconocer.
Cuando vemos las imágenes de Obama junto a Funes frente a la cripta caemos en cuenta que el siglo XX ha quedado atrás, los esquemas que hemos estado acostumbrados ya no tienen sentido más allá de nuestras diminutas columnas de Hércules o simplemente como ilustración, el mundo hace ratos que va por otro lado.
En todo caso, ha sido más fácil que un presidente de Estados Unidos venga y visite la tumba del arzobispo asesinado que alguno de nuestros ex presidentes lo haya siquiera imaginado.
Romero abrió y ahora Romero ha cerrado.
Las ultimas semanas el microcosmos salvadoreño sufrió una sacudida, llegó la noticia que Barack Obama llegaba a visitarnos, y desde ese mismo instante surgieron las expectativas, cada quien con la suya, que cada cabeza es un mundo. Ocurrieron cosas curiosas, mientras los días de la gira pasaban, notamos como las instituciones de gobierno funcionaban de una forma eficiente, en pocos días el ornato de la ciudad mejoró notablemente, se pintaron (aunque sea de fachada) el Teatro Nacional y la Biblioteca, se sacaron los buses del centro de la capital, se pintaron aceras, las calles lucieron seguras, limpias y sin baches. Se aplicó la máxima que dice “Hay que arreglar la casa cuando llegan visitas”, un absurdo, pues siempre debería de ser así, pero claro, deben de suponer nuestras autoridades que entre nosotros hay confianza. Absurdo, uno no espera que los parisinos limpien los Campos Elíseos solamente cuando hay un evento importante, es algo continuo, el ornato y la estética debe de ser permanente.
Me di cuenta que a pesar de limpiar y poner a punto la ciudad, los famosos rótulos de acera (MUPIS) son tantos como vendedores ambulantes en el centro, prácticamente esos adefesios comerciales se han tomados las calles, es necesario establecer una cruzada contra ellos pues arruinan la poca estética que nos queda. Y por si fuera poco, los cables que conectan los servicios de telefonía, datos y electricidad a toda la ciudad ponen el otro 50% de la contaminación visual. Si los MUPIS lo hacen en el suelo, los cables lo hacen en el cielo, es caro, pero es de evaluar si en calles principales no sería más seguro y estético (aunque caro en un inicio) tener los cables bajo tierra
Lo más pintoresco se encuentra en las opiniones de la gente en relación a la visita presidencial, algunos lo reciben emocionados como si fuera uno más de la farándula, otros lo reprochan utilizando sus tradicionales consignas, y algunos solo son peticiones, que la reforma migratoria, que el TPS, que la guerra contra el narcotráfico. Unos arman protestas, otros se jalan el pelo pensando en las calles cerradas por las mismas protestas y por los operativos de seguridad. Algunos salen de graciosos, hubo un tipo que inventó la Pupusa Obama, basado en maíz negrito, dejando fuera la grosería que representa la cuestión de la pupusa negra –desde el punto de vista de la sociedad estadounidense- juraría que es parte de un sketch de SNL. En las televisoras y periódicos hemos visto y leído a los “opiniólogos” que con su acostumbrada autoridad hablan de la llegada de Obama y como suele ser, que siempre tienen una opinión para cualquier cosa en su carácter de “expertos” se llenan la boca hablando de las implicaciones políticas, económicas, de seguridad, de geopolítica, bla, bla, bla de la visita. Por otro lado vemos a los medios de comunicación que corren de un lado a otro, tratando de aruñar alguna nota y soñar por un momento que son alguna cadena internacional del corte de CNN, los chistes y comentarios en el Facebook y Twitter están en sintonía con Obama, se dice mucho.
Pero creo que entre lo más emblemático de la gira por El Salvador es la visita a la cripta de Monseñor Romero, una actividad totalmente política, pero que genera un terremoto en nuestras mentalidades polarizadas, rompe el esquema de la guerra fría y de las identidades políticas que se han construido desde entonces, la cripta es un lugar simbólico, nos dice “algo”, en realidad nos dice muchas cosas de quienes somos los salvadoreños, y que Obama esté ahí implica que el representante de uno de los participantes (aunque no directo de la guerra civil) considera a bien dar un paso, darle vuelta al calcetín histórico y reconocer de cierta forma lo que hay que reconocer.
Cuando vemos las imágenes de Obama junto a Funes frente a la cripta caemos en cuenta que el siglo XX ha quedado atrás, los esquemas que hemos estado acostumbrados ya no tienen sentido más allá de nuestras diminutas columnas de Hércules o simplemente como ilustración, el mundo hace ratos que va por otro lado.
En todo caso, ha sido más fácil que un presidente de Estados Unidos venga y visite la tumba del arzobispo asesinado que alguno de nuestros ex presidentes lo haya siquiera imaginado.
Romero abrió y ahora Romero ha cerrado.
Extra: Hasta el momento de escribir este post, parece que Obama no visitará el sitio arqueológico Joya de Cerén y San Andrés, una pena para la arqueología nacional, pudo ser la oportunidad para establecer líneas de apoyo, becas para investigaciones, mucho más allá de Fullbright, tomando en cuenta que el actual residente de la Casa Blanca siempre ha sido proclive a la ciencia y a la educación.
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