Este
país donde la mayor cantidad de personas cree que la ciencia es fútil, que los
mayores logros de la humanidad han sido montajes hollywoodenses y que todo debe
de ser rápido, fácil y barato es un gran problema explicar que uno se dedica a
la investigación, que uno se pregunta sobre la razón de las cosas y buscar
respuestas a fenómenos demasiado obvios para ser de interés.
En este país la palabra conocimiento suena estrafalario, casi de ciencia-ficción.
Investigar
es difícil, casi nadie lo entiende, de hecho, ni los mismos investigadores
saben bien como va el asunto, cada quien tiene su particular visión de la
investigación, sus fines y sus métodos. Me he encontrado con investigadores que
tienden más a cuantificar y sistematizan todo en cuadros de vaciado y otros que
desestiman lo anterior, unos que disfrazan sus respectivas visiones políticas
como investigaciones científicas y otros que pretenden explicar la realidad a
partir de la descripción de cosas.
Pero
así es el mundo académico, es muy pobre la idea que el conocimiento no implique
debate y argumentación; de ser así, no manejaríamos ese paradigma que el
conocimiento se perfecciona con el tiempo.
Pero
en el día a día, el público se extraña que existan personas dedicadas a la
investigación, generalmente porque la gente cree que los conocimientos son
revelados por los dioses, ángeles o demonios, que si mañana encuentran una
pastilla que cure tal enfermedad lo consideran un milagro divino y no el
esfuerzo de cientos de científicos que por décadas han dejado su vida en
responder a una pregunta de investigación. Por ello vemos en los foros de los
medios de comunicación muchísima gente que ve con buenos ojos recortar los
fondos de investigaciones y enfocarlos en algo tan políticamente correcto como acabar
el hambre en el mundo.
Por
otro lado la gente cree que la investigación es algo que se "haga",
así como se hace un reporte en Excel, imprimir un documento o realizar una
llamada telefónica. Las investigaciones no se hacen de la noche a la mañana, se
requiere tiempo, muchísimo tiempo para diseñarla, para ir al campo, para
analizar, contrastar, escribir el resultado y luego debatirlo.
Pero
ante todo requiere pensar, pensar y pensar.
Y
pensar bien.
Y no
digamos de fondos, las investigaciones necesitan dinero para realizarlas, para
pagar transporte, viáticos, equipo y los sueldos de los investigadores. Es
difícil que un investigador reflexione y piense exclusivamente en su pregunta
de investigación si vive con la nefasta ansiedad que trae un salario indigno.
Investigar
es algo que sugiere extrañeza en este mundo, principalmente porque no se sabe
que hacer con los datos que arrojan las ciencias, ¿Qué hacemos si sabemos que
esto y lo otro es causa de la violencia?, ¿Qué hacemos si sabemos que tal o
cual planta produce un tipo de medicina capaz de curar x enfermedad?, ¿Qué
hacemos si sabemos la composición química de una estrella?, ¿Qué hacemos si se
demuestra que el descuaje de los bosques salados trae consigo inundaciones en
la costa?, ¿Qué hacemos con el descubrimiento de una nueva especie animal?,
¿Qué hacemos si descubrimos como la gente vivía en el pasado?
Nada, quienes toman decisiones políticas seguirán empantanados en sus discursos y el público embebido en sus cantos de sirena, seguirá votando, asistiendo a sus mítines, viendo fútbol y soñando con un mañana mejor, con la ingenua creencia que el
conocimiento es revelado por seres sobrenaturales.
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