Toda la naturaleza se ha encendido, a pesar que en el trópico todo el año es de fertilidad, las primeras lluvias luego de meses de temporada seca han comenzado a recibirse en los campos y todo lo pone verde. Ya se fueron los vientos nortes y de la bruma posterior solo quedan pocos rastros. Ahora aparecen las lluvias que vienen del oriente en forma de cúmulos nimbo, que descargan al anochecer y que calman un poco el calor sofocante del día.
Las cigarras de semana santa ya murieron, enterraron sus huevos y hasta el otro año. Los reemplazaron los zompopos de mayo que ahora junto a los chicotes, luciérnagas y papalotas forman el parte del biopaisaje que nos ha rodeado y maravillado desde hace miles de años.
Comienza el tiempo de frutas, los mangos verdes ahora están dulces como miel. Este día en especial paternas, marañones, zapotes, guayabas, carambolas y demás fruta se coloca bajo una cruz, en un ritual del inicio de la temporada de lluvia, con evidencias cristianas y matriz indígena el día de la cruz se festeja en los cantones más tradicionales del país.
En el Museo Universitario de Antropología, junto con mis alumnos colocamos la cruz del 3 de mayo, esta fecha en México y Guatemala se celebra el día de la santa cruz y de los albañiles, y en El Salvador solo es el día de la cruz, de agradecer a la tierra las primeras lluvias y esforzar la esperanza (que es lo único que tenemos) de un invierno beneficioso. Ahí entra la sospecha del fondo indígena del día de la cruz, síntesis de las múltiples ritos mesoamericanos, que se encubrieron detrás de una fiesta cristiana. Esta noche, otra cruz se eleva en el horizonte, en el momento que el sol se oculte la Cruz del Sur aparece brillando sobre el océano pacífico y las Pléyades (las siete cabritas) marcadoras eternas del rito “del fuego nuevo”, que se llevaba a cabo cada 52 años se esconden junto con el Sol, que unos días atras transitó nuestro cenit.
En 1965 un terremoto que golpeara a San Salvador hizo que por unos años le trajera mal sabor al Día de la Cruz. La poca memoria histórica que nos acompaña nos ha hecho olvidar la desgracia, como casi olvidamos (los urbanos) a la festividad que celebra la llegada del invierno.
1 comment:
En la foto se ven tus coyoles... ¿o no es tuya la fruta?
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