Siempre me he sentido cercano a México, comparto prácticamente los mismos patrones culturales, siendo México parte de Mesoamérica implica que tenemos una historia en común; para decirles, desde hace más de mil años nuestras historias han venido conectándose de forma ininterrumpida, a tal punto que durante el posclásico los pobladores de El Salvador llegaron a ser tan mexicanizados que su lengua fue (y es) una variante del Náhuatl, aquí le decimos Náhuat. Y cuando llegaron los españoles con Don Pedro de Alvarado, pues venía en compañía de Tlaxcaltecas y Aztecas, que se asentaron aquí junto a los conquistadores y fundaron barrios en las ciudades principales de los cuales aun sobrevive su nombre, Mexicanos, el barrio de los mexicanos. Algo de sangre mexica corre por nuestras venas.
Su comida no me es extraña, ni los sabores, ni sus códigos, interpreto muy bien su doble sentido y puedo simular perfectamente su acento, pero sobre todo, tengo excelentes amigos en ese país.
Entre todo surge un dato curioso, México y yo cumplimos años en la misma fecha.
Y ahora es de celebrarlo con especial atención, ya son doscientos años del Grito de Dolores, que dio pie a la guerra de independencia.
¡Feliz Cumpleaños!
Su comida no me es extraña, ni los sabores, ni sus códigos, interpreto muy bien su doble sentido y puedo simular perfectamente su acento, pero sobre todo, tengo excelentes amigos en ese país.
Entre todo surge un dato curioso, México y yo cumplimos años en la misma fecha.
Y ahora es de celebrarlo con especial atención, ya son doscientos años del Grito de Dolores, que dio pie a la guerra de independencia.
¡Feliz Cumpleaños!
Yo todavia no llego a los 200.
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