Salvador murió por un ataque cardíaco, no pudo recibir ninguna atención médica, estaba solo en su casa en un fin de semana largo en El Salvador, por las vacaciones agostinas, fue hasta el miercoles que su empleada y su fisioterapeuta no pudieron entrar a la casa de Salvador , llamaron a la puerta varias veces y nadie respondió, sospecharon que algo andaba mal, y efectivamente asi fue; su único hijo, Salvador Jr. , quien estaba de luna de miel en Guatemala y tuvo que regresar a ver si había sucedido algo, descubrió a su padre muerto frente a su silla de ruedas, que según la parte médica se debió a un ataque cardíaco.
Yo había habl
ado por teléfono hacía un par de días con el, que deseaba abrir su blog para escribir sus cosas y necesitaba ayuda de como hacerlo y en que sitios y todo eso,
luego de la publicación de su libro (
el cual se vende en amazon) le entró el gusto por hacer público sus escritos, pero ni modo, sus días terminaron bruscamente en algún momento de esta semana, seguramente fue tan rápido que no tuvo tiempo en llamar a alguien y pedir ayuda.
Ahora fue su entierro, ahi junto con su familia, amigos de su familia y de ASTRO nos despedimos, me tocó dar algunas palabras como representante de la Asociación de Astronomía; para el, ser miembro fundador de la Asociación era algo que lo enorgullecía, asi que con un nudo en la garganta logré leer algunas líneas de una breve despedida que le había escrito, líneas que por solicitud de algunas personas presento aqui, cabe decir que muchos puntos del discurso son chistes que solo entre sus amigos de ASTRO nos entendemos, Camsposvalle era un genio de lo chusco, prácticamente era imposible dejar de reir con sus ocurrencias, su vida es para escribir un libro.
Aquí la despedida:
"Hemos Amado con demasiado fervor a las estrellas, para temerle a la noche..."
Recordando a José Salvador Camposvalle
Arriba, sobre nosotros, mucho más arriba que las nubes, más alto que los cielos consumados de los dioses humanos, más allá de la inconstante luna y del resplandor del sol, más lejos que los mundillos coloreados por sus diminutas atmosferas se nos abre el verdadero Cosmos, territorio de una antigua luz difusa, donde lejanas esferas de gases se reúnen en gigantescas nubes brillantes, ahí entre todas ellas, fue donde descansó los ojos de nuestro gran amigo: Salvador.
Y ahora, nosotros, nos reunimos aquí para celebrar su despedida, el cierre final de una vida compleja, que transitaba entre lo genialmente chusco, hasta lo profundamente erudito, hombre pensador y buen amigo, grata compañía, pródigo representante de la escuela de Rubén Ladrillo y principal representante de la República de Bulgaria, con sus mastermillas y sus juegos de palabras, con sus chistes cabales y sus cuentos de camino real, con la Brigitte Bardot en una estampita, con las beatas cincuentonas, con las eternas almas de los chuchos, con las re-públicas corrompidas, con el vozarrón de mil demonios y con la más compleja y evolucionada capacidad para insultar al por mayor, pero con una gallardía tan exquisitamente ilustre que era imposible no romper en risas.
Aunque ahora, sinceramente casi rompemos en llanto…
Pero que más dá, si las lágrimas en estos momentos rodaran por nuestras mejillas, él con todo el garbo y con su docta hondura nos diría desde ultratumba, o desde el cielo indígena -o como le gustaba explicar- desde el inframundo maya: No jodan amigos, no chillen, que aquí estoy con mi Quetzalcóatl de los tiempos, con el descabezado Uaxaclajuun Ub'aah K'awiil, conocido entre la cherada como 18 conejos, el treceavo rey de Copan, que le cortaron la cabeza por andar metiéndose en sus guerras de sus ciudades estado, aquí me encuentro caminando y viendo a lo lejos a Xaman Ek, nuestro señor de la estrella polar, que me dirige mi camino al norte, donde tantas veces apunté mi telescopio, y desde aquí veo las galaxias, donde se ven mejor que nunca, sin vecinos que me las espanten con sus luces mordaces, sin las nubes que me estorba y sin la incapacidad de mis oculares, filtros y ojos; lo único, por que siempre falta algo, sino de que sirve la existencia –o posexistencia- es que ustedes no están aquí… pero ya estarán mis queridos amigos, esta es una verdad tan innegable como que yo me he muerto, vean ante todo que se los dice un médico.
¿Pero quién?, ¿si no yo? José Salvador Camposvalle o Valdrón Timor, que ha visto mucho más lejos que nadie les puede espetar lo anterior, yo que me he partido el ánimo y quemado las pestañas por ver más allá, a mis galaxias queridas, por que a pesar que mi cuerpo, mis moléculas y mi átomos se van a enredar con toda la grama y florestas de esta necrópolis, mi curiosidad innata y mi conciencia sublime me llevará hasta las ascendencias del cosmos, donde yace el 3C273, donde la tripleta de Leo se vislumbra mejor, con la M33 y la M51, la Centauro A, con el sexteto de Seyfert, la NGC 4038, la 2623, la 891, la 1300 y cuantas más, ¡por Zeus que es así!, están ahí, y estarán ahí por mucho tiempo más, véanlas, que me ven a mi, a mi recuerdo, a mi voz, a mis arrogancias, a mis llamadas, a mis necedades, a mi testarudez, a mis virtudes, a mis locuras, a mis carcajadas, a mis bromas, a mi recuerdo.
No me olviden compañeros, no me olviden, aquí me guardo con ellas, desde ahora que soy morador del mundo del memoria y de las ideas se los pido, aquí estoy en las galaxias, con sus luces, con sus débiles fotones, con ellas, con mis amores, en la distancia, hasta la consumación final de los baktunes, hasta el infinito, hasta siempre, hasta nunca…
eso, o todo lo contrario.