“Al día siguiente no murió nadie” iniciaba Saramago en su libro “las intermitencias de la muerte” y con la misma frase lo terminó.
Pero al día siguiente sí murió alguien, fue José Saramago, dicen que así enfermo como estaba se nos fue con una tranquilidad ejemplar, despidiéndose de su familia, y así se lo llevó la muerte, que seguro le llegó muy guapa y enamorada de un músico.
Nos duele por que estamos faltos de genios, de esos que usan la palabra exacta, y que su pluma sirve para denunciar y para embellecer el arte de las palabras.
Conocí personalmente a Saramago hace exactamente cinco años, en una visita que hizo a El Salvador, estuve en una recepción que ofreció en un hotel en la cual con mucho esfuerzo pude acercarme a él, lo saludé y me despedí en menos de tres segundos. Fue hasta el día siguiente durante su partida en el aeropuerto que logré hablar con Saramago y su esposa Pilar, en ese entonces yo aún trabajaba en la terminal aérea y tenía acceso sin mucho problema al área de pasajeros. Pilar estaba revisando unas notas y me dejó ojear los apuntes de Saramago de lo que sería su nuevo libro “El Viaje del Elefante”, le di mi copia del “Evangelio según Jesucristo” para que lo autografiara y con su pluma rápidamente escribió: “Para Jorge Colorado, cordialmente, José Saramago”.
Hace menos de una semana mientras sacudía mi pequeño estudio me topé nuevamente con el libro, lo revisé y vi el autógrafo, entonces comencé a releer “El año de la muerte de Ricardo Reis” sin saber que este era el año de la muerte de José Saramago.
¿Cómo uno puede despedirse de un titán?, no se puede, por que nunca se terminan de ir, a pesar que su boca ha callado, su pluma sigue hablando, proponiendo y aun más comprometida, por que ahora y para siempre Saramago se hizo nuestro, la muerte entonces se ha dormido.
Pero al día siguiente sí murió alguien, fue José Saramago, dicen que así enfermo como estaba se nos fue con una tranquilidad ejemplar, despidiéndose de su familia, y así se lo llevó la muerte, que seguro le llegó muy guapa y enamorada de un músico.
Nos duele por que estamos faltos de genios, de esos que usan la palabra exacta, y que su pluma sirve para denunciar y para embellecer el arte de las palabras.
Conocí personalmente a Saramago hace exactamente cinco años, en una visita que hizo a El Salvador, estuve en una recepción que ofreció en un hotel en la cual con mucho esfuerzo pude acercarme a él, lo saludé y me despedí en menos de tres segundos. Fue hasta el día siguiente durante su partida en el aeropuerto que logré hablar con Saramago y su esposa Pilar, en ese entonces yo aún trabajaba en la terminal aérea y tenía acceso sin mucho problema al área de pasajeros. Pilar estaba revisando unas notas y me dejó ojear los apuntes de Saramago de lo que sería su nuevo libro “El Viaje del Elefante”, le di mi copia del “Evangelio según Jesucristo” para que lo autografiara y con su pluma rápidamente escribió: “Para Jorge Colorado, cordialmente, José Saramago”.
Hace menos de una semana mientras sacudía mi pequeño estudio me topé nuevamente con el libro, lo revisé y vi el autógrafo, entonces comencé a releer “El año de la muerte de Ricardo Reis” sin saber que este era el año de la muerte de José Saramago.
¿Cómo uno puede despedirse de un titán?, no se puede, por que nunca se terminan de ir, a pesar que su boca ha callado, su pluma sigue hablando, proponiendo y aun más comprometida, por que ahora y para siempre Saramago se hizo nuestro, la muerte entonces se ha dormido.
4 comments:
Es un día triste para los que admiramos a este gran hombre. Y será un año triste, sin duda, porque como bien dices, estamos faltos de genios. Saramago era de los últimos, ni hablar.
este hombre fue un genio lo admiro mucho
este hombre fue un genio de las letras
Sin ánimo de ofender, me acabas de hacer un buen spoiler con la primera frase,
Al final todos ven y la mujer que todo el tiempo ve, pierde da vista, esto es por si no has leido ensayo sobre la ceguera, ¿a que jode?
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