Tuesday, June 22, 2010

Ni el mejor de los salarios


Hace algunos años descubrí a un alumno copiando en un examen, había escondido un resumen debajo de la papeleta, de tal modo, que a primera vista no parecía tener nada en el pupitre. Lo más infame era que el copión no se trataba de un chiquillo recién llegado a la universidad, era un adulto, que cursaba una segunda carrera, alguien que yo sentía cierta afinidad generacional por ser casi de mi misma edad.
Por respeto al susodicho, solo retiré la papeleta en el silencio más profundo sin ningún comentario, ya había anunciado que si copian el examen es nulo, punto. El estudiante se levantó y salió del aula sin decir palabra.
Días después noté su falta en la clase, supuse que estaba apenado y en cualquier momento llegaría a disculparse, disculpa que yo aceptaría sin problema.
Pero luego me enteré que estaba molesto conmigo, y que se había declarado “en paro” como medida de presión hacía mi clase, cuando comenzaron las evaluaciones la ilegítima huelga se disolvió ahí mismo, el estudiante entró y terminó el curso como todos.
Nunca mencioné el asunto; de hecho, no ha sido hasta este día, muchos años después que lo pienso seriamente, todo porque escuché en la radio 102.9 los comentarios mordaces que algunos radioescuchas hacen a sus profesores en virtud del día del maestro, el cual se celebra en El Salvador este día.
La gracia de la radio consistió en celebrar el día del maestro invitando a los oyentes a llamar y hacer público aquellos profesores “malos” que habían actuado contra ellos, cosa que hay, no se puede negar la incompetencia de un maestro solo por el hecho de ser maestro, pero no encuentro sentido que para celebrar el día del maestro se anden hablando cosas contra los profesores, equivale a que en el día de las madres, para celebrarlo se hable sobre las mujeres que cometen aborto.
Pareciera que en sociedades donde el conocimiento se desprecia, el profesor tiene una labor secundaria, casi accesoria, luego nos encontramos con el mal estado laboral, el pago es poquísimo, casi simbólico versus la labor educativa que realizan y que por así decirlo, junto con el estudiante son el alma de las instituciones educativas.
En este país los profesores hora clase se encuentran ubicados en el eslabón más bajo de la cadena de valores educativos, no hay incentivos laborales, no hay escalafón, no hay seguro social (a menos que se negocie con la universidad como algo extra), se paga la hora laborada y punto, no vale el tiempo para preparar clase ni para calificar exámenes. Si el día de mañana el gobierno decreta emergencia nacional por una peste o por un huracán, el profesor pierde y el cheque se le resta las horas no laboradas, las vacaciones y los asuetos tampoco son pagados y se les resta en el cheque.
Muchos sufren atendiendo clases masivas, con grupos arriba de 50 alumnos, donde cada uno paga arriba de 100 dólares, pero el profesor apenas gana 8 dólares y fracción la hora y con suerte a fin de mes, el profesor recibe una paga menor al valor que un alumno ha pagado durante un mes, el colmo es ser profesor de matemáticas y conocer la relación matemática entre lo pagado por sus discípulos y lo recibido en sus honorarios, es para ahorcarse junto con las derivadas e integrales.
En el área estatal es aun peor, la Universidad Nacional tiene una política obtusa contra los hora clase, los pagos y cheques son atrasados, el salario ronda los 5 dólares la hora, muchísimo menos que el resto de universidades privadas. Un día me contó uno de los mejores catedráticos que he conocido, que tuvo la desdicha de dar unas clases en la Universidad Nacional y el pago se lo habían atrasado seis meses; de hecho, en algún momento pensó no volver a dar clases ahí, la Nacional confunde la labor docente hora-clase con una labor de horas-sociales.
¿Y los profesores investigadores?, que en este “país de las maravillas” es la minoría, también se encuentran bateados laboralmente; se cree, que la labor de investigación no es un trabajo “de verdad” como el que hace el administrador o el tesorero de la universidad, no le ven la praxis inmediata; de hecho, las universidades obligan a los investigadores a dar clases, con la idea de que todo lo que hacen es investigar.
Luego esta la problemática del alumnado, de alumnos hay alumnos, uno agradece conocer a muchísimos que le dan esperanzas a la nación, uno se da cuenta que otros están completamente perdidos de lo que quieren hacer de su vida, no han encontrado su camino o llegan a jugar, otros llegan con excusas, otros chatean con sus blackberries, otros dibujan en los pupitres, otros comen, otros preguntan. Están los que se quejan, los que se duermen, los que platican, los que se pasan papelitos, los que ya se van por que tienen cosas que hacer, los que trabajan, los que ven por la ventana, los que preguntan si uno es ateo, los que llegan tarde, los que sorprenden con la lucidez y los que son genialmente mordaces.
Uno de los alumnos más brillantes que he tenido tiene cierta predilección por el Generalísimo Franco muy a pesar de lo que yo considero del franquismo, tuve una alumna que me dio el mejor ensayo jamás escrito y eso fue en primer su ciclo, recién entrada a la universidad, no pude más que felicitarla y desde ese día siento que no estamos perdidos, de vez en cuando se lo recuerdo, cuando las vicisitudes de la vida la golpean y se le asoma el desánimo en el corazón.
Tengo un grupo de estudiantes de arqueología que son de lo mejor que va a parir la academia, un día hice un viaje con ellos desde San Salvador hasta el oriente del país y no dejaron de hablar de arqueología, del calendario maya y las fechas del tonampohualli, con ellos, no importa reventarse en las laderas de los cerros, son perseverantes, incansables y con un ánimo que parece que nunca tendrá fin, si de ellos se tratara y hubiera apoyo científico son capaces de excavar todo el país.
Hay de los que siempre se meten en problemas y es agradable que le cuenten a uno sus dificultades y ver como se aconsejan, de todo, desde noviazgos fallidos hasta embarazos precoces, una alumna que estimo muchísimo vivió una pesadilla de esas hace varios meses, finalmente todo se resolvió de la manera que debía de resolverse y terminó naciendo un niño precioso, ahora a ella le ha llegado la alegría de su vida con la frescura del bebe, y muy a pesar de la responsabilidad que ahora tiene, todos estamos seguros que el empeño y la dedicación que siempre mostró en sus estudios le hará coronar su carrera.
Conocí una alumna en mi clase de sociología en la escuela de arte con quién me hice muy cercano luego que un amigo en común –que también había sido alumno mío- se suicidara, me tocó llegar a la casa del fallecido justo cuando los forenses iban sacando el cuerpo en una bolsa plástica, y ella, prácticamente se rompió en pedazos ahí mismo, en la calle, como todos los presentes, conmigo incluido. Con el tiempo, mientras platicábamos noté que ella no había encontrado su camino en la vida y que en estaba tan perdida como yo lo estuve a su misma edad, me terminé alegrando cuando supe que había sido aceptada en una de las mejores universidades del país para estudiar Filosofía, y ahí se encuentra ahora, construyendo su futuro.
Y así entre libros, clases, investigaciones, publicaciones, horarios y exámenes vamos pasando la vida, por que mi apoyo a la academia es casi una obligación personal, que aunque no vivo de ser profesor universitario, las clases me llenan de satisfacción. La docencia permite entre muchas cosas ir descubriendo la gente más maravillosa que viene repuntando, eso ya es una ganancia que no la compensa ni el mejor de los salarios.

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